jueves, 30 de julio de 2009

Bienvenida Metrovía



Cada día en Guayaquil es una lucha por sobrevivir, la dura tarea comienza cuando hay necesidad de tomar un bus del servicio público para movilizarse al trabajo o a cualquier otro lugar de la ciudad.
El que tiene que tomar un bus para ir a su trabajo espera que sea su día de suerte y no lo asalten, será por optimista, espera demasiado o ya le han robado en más de una ocasión.  Debe viajar en zozobra, cuidando bien sus pertenencias, el menor de los peligros es el arranchador que con gran habilidad sacará la billetera del bolsillo o el celular de la cartera de la distraída víctima. Luego tendrá que soportar al malandrín disfrazado de caramelero que tratará de intimidar a todos los pasajeros para que a la fuerza y aunque no tengan la intención  le compren las no deseadas golosinas.
Si ha tenido la suerte de esquivar los dos primeros retos del día, ahora deberá estar atento a las caras de cada pasajero que sube, su experiencia le ayudará a reconocer a los delincuentes que lo dejaron sin nada en ocasiones anteriores, con suerte reaccionará a tiempo y se bajara antes de que empiece la colecta, sino le jugará otra vez el número y chao quincena o celular.
Todo esto sumado al ya tradicional trato de los choferes profesionales.  Para recoger al pasajero se cambiaran del carril izquierdo por el cual circulan, al derecho, en solo  fracciones de segundo, no importa a quien le atraviesen el bus.  Correrán como en autopista, en los pare no paran, en los ceda el paso ellos entienden acelere y pase usted primero, los semáforos son opcionales, si va bien con el tiempo y no tiene otro bus en el mismo recorrido que le gane los pasajeros, se detiene, de lo contrario pasará  sin importar nada.  Todo esto amenizado con el estridente sonido de las estaciones de radio más ruidosas de la ciudad, que para deleite de todos los pasajeros programan a la hora de salida del trabajo la vulgaridad y el escándalo en su máxima expresión.
Como si todo esto no fuera suficiente puede que al profesional del volante, confiado en su sobrenatural destreza para conducir vehículos, se le duerma el diablo y acabe con la vida de algún cristiano, y como le enseñaron en su época de aprendiz de transportista, agarra el dinero y sal corriendo sin ver atrás.   Con énfasis en “agarra el dinero”, porque si te atrapan, te entregan al vigilante y si no tienes dinero te vas a la cárcel.

Guayaquil en su incansable espíritu progresista hace tres años cuenta con el sistema de transporte Metrovía, controlado por el Municipio de la ciudad, que ha sabido combatir todos estos males, delincuencia, vulgaridad, escándalo, negligencia, carameleros y choferes mal educados; todavía le queda algo de incomodidad y los arranchadores, pero es la mejor opción de transporte hoy en día, bienvenida Matrovía.