Aunque la
construcción de la red continúa hoy en día, fue declarada oficialmente acabada
en 1991, el costo inicial fue de 25.000 millones de dólares en doce años, pero
al final costo 114 .000 millones de dólares y tomó 35 años terminarlo.
Desde ese entonces
siempre tuve la inquietud de porque ningún presidente iniciaba un gran proyecto
vial para cubrir nuestro pequeño territorio, pensé que era falta de
conocimiento de la historia y la economía, que su ignorancia les impedía darse
cuenta que una red vial óptima no era un gasto si no una inversión que se paga
sola porque genera fuentes de empleo para las clases bajas, redistribuyendo la
riqueza, dinamiza la economía al demandar materia prima y aumentar la
productividad de las fabricas de cemento y hierro. Todo esto durante su construcción, una vez
terminadas permiten al sector agrícola, industrial y comercial mover con más
rapidez mercaderías, llevarlas a lugares más lejanos en menos tiempo, se
desarrolla el turismo y se convierte en una nueva fuente de trabajo para las
pequeñas ciudades y poblados que están a sus orillas.
El ingenuo fui yo,
en 1985 trabajaba en una empresa dedicada a la venta de mini computadores y
sistemas informáticos principalmente contables, como analista me tocaba la
parte de implementar los sistemas, ponerlos en funcionamiento y capacitar al
personal en el manejo de los programas.
Viajé a Quito, me dirigí a la dirección que me enviaron en la avenida 6
de diciembre, el nombre del edificio recién estrenado no lo recuerdo, subí por
el ascensor hasta el último piso donde estaban unas lujosas oficinas, todas
correspondía a la empresa que hoy en día ya no existe, solo fue creada para un
periodo de cuatro años. Esta empresa se
dedicaba a comprarle asfalto a CEPE, la Corporación Estatal Petrolera
Ecuatoriana, que más tarde se convertiría en Petroecuador, y lo único que hacía
era revendérselo a los municipios y prefecturas, no hacía nada más, no tenían
una sola volqueta o tanquero, si un municipio o prefectura requería asfalto los
llamaban y ellos enviaban un la orden a CEPE y ella se encargaba con sus
volquetas y tanqueros de hacer la entrega.
Quienes eran los
accionista de esta mina de oro, el pobrecito hermano del presidente de esa
época con todos sus hijos, y otro allegado quiteño con sus respectivos
descendientes. Desde esa época supe que
nunca se harían buenas calles y buenas carreteras, no por ignorancia, ni por
falta de recursos, simplemente por conveniencia, volver a pavimentar y asfaltar
cada año las calles de las ciudades y las carreteras del país era un negocio
demasiado grande, yo ya sabía que con cada cambio de gobierno no se haría nada
por las carreteras, solo cambiaría el nombre de la empresa revendedora de
asfalto y sus accionistas.
Escribo sobre este
tema porque este gobierno ha terminado con ese negocio, lo había visto en los
enlaces sabatinos al presidente mostrar el estado de las carreteras, el año
pasado viajé a Cuenca por la vía Molleturo-Naranjal y la carretera estaba impecable,
pero este año viaje Ambato por la vía Pallatanga y decir que uno no encuentra
un bache ni buscándolo con lupa, no es una exageración. Salí de Guayaquil a la 16:30 y llegue a Bucay
18:30, todo el trayecto hasta Ambato, cuatro horas, fueron en la noche, un
viaje tranquilo, no falta una sola señal en las curvas y zonas de derrumbe,
tubos blancos con franjas rojas reflectivas al borde de todo el camino,
barandas de seguridad en cada curva y precipicio, y no solo en la vía
principal, también tomé la vía Colta- Alausí y estaba en las misma condiciones,
el domingo entre a la reserva faunística del Chimborazo y llegue a la vía
Guaranda-Ambato, ambos en las mismas condiciones de la vía principal.