Desde el fin de la
dictadura militar y el regreso a la democracia en 1979, nos parecía algo normal
que los gobiernos de turno se endeuden y que una parte cada vez mayor del
presupuesto del estado se destine al pago de esta deuda. Desde que tenemos uso de razón escuchamos que
el país presta dinero para hacer las grandes obras de infraestructura que se
necesitan como las represas y las plantas termo eléctricas, la explotación
petrolera, la construcción de puentes y carreteros.
Todo parecía normal
hasta que en algún momento empezamos a pedir prestado para financiar el gasto
corriente del presupuesto, y se puso peor cuando el mayor porcentaje del
presupuesto era para pagar la deuda externa. Creo que me pasó lo mismo que a todos,
influenciados por los economistas pro BM y FMI, no pagar la deuda externa sería
algo impensable y catastrófico para el país, nadie nos prestaría dinero y los
acreedores embargarían barcos, petróleo, aviones, cuentas del país en el exterior,
nadie invertiría en el Ecuador.
Era un titular fijo
en los periódicos y la entrevista predilecta de los noticiarios estelares a los
gurús locales, Walter Spurrier en Ecuavisa, Pablo Lucio Paredes en Telesistema,
Jorge Swett en TC Canal 10, todos fieles seguidores de las políticas
económicas del BM y el FMI, recomendaban aumentar el precio de los combustibles
y los servicios básicos para aumentar los ingresos del estado y reducir la
inversión social a la mínima expresión para tener suficientes recursos y poder
pagar la deuda externa, no había otra opción y esos eran los famosos paquetazos
económicos de los primeros días de cada año, se planeaban en secreto y todo el
mundo especulaba que medidas tomaría el gobierno, los más listos llenaban el
tanque de gasolina o compraban dólares la víspera del anuncio para ahorrar en
el primer caso unos cuantos sucres o ganar otro tanto en el segundo caso. La principal función de los ministros de
finanzas desde 1979, era ver que haya los recursos para pagar la deuda externa,
cueste lo que cuete. Desde el 2000 casi
el 50% del presupuesto es para pagar deuda externa y se hacen nuevos préstamos
para pagar sus intereses.
Después de que en
el 2007 se hizo la auditoria a la deuda externa y de declara ilegitima una
parte de la misma, el gobierno declara en
el 2008 el cese de pagos del 70% de su deuda en bonos, los tenedores de deuda
ecuatoriana la sacaron al mercado a un valor apenas por encima del 20% de su
valor nominal, es allí cuando se da una jugada maestra de las que se aplauden
en todo el mundo cuando un genio de Wall Street de la nada, con simple
especulación y en pocos minutos se gana miles de millones de dólares. Con 800 millones de dólares el país compro
3000 millones, ahorró 2200 millones de dólares y más los intereses que ya no se
deberán pagar, el ahorro podía llegar a 7000 millones. Se expulso al Banco Mundial y al Fondo
Monetario Internacional, y ya no seguimos las recetas de estos organismos
internacionales y hemos dejado de pedir prestado para pagar intereses de la
deuda externa.
Lástima
que a ninguno de los otros se le ocurrió como salir de ese círculo vicioso ya
sea por no saber de economía o porque solo entendían la economía que pregonaba
el BM y el FMI, o porque no le dedicaron el tiempo necesario para gobernar, o
porque no tuvieron la inteligencia ni el valor de hacerlo, llámese Jaime,
Oswaldo, León, Rodrigo, Sixto, Abdalá, Fabián, Jamil, Gustavo, Lucio o Alfredo,
lo único que no deben olvidar estos ilustres y para lo que no necesitan ser
economistas es “Lo primero es la vida, después la deuda” (Rafael Correa
Delgado).